Oporto me reconcilia con la fotografía. Una ciudad mutante y a la vez inmutable. Ha cambiado mucho en estos 6 años que llevo visitándola asiduamente pero a la par sigue manteniendo su ritmo, su color, su encanto único.
Hace 6 años los chicos se lanzaban desde el Luis I ajenos a las cámaras y las miradas de la Ribeira. Hoy lo hacen pidiendo dinero a los aglutinados turistas que los observan desde Gaia. Unos pasan la gorra mientras los saltadores esperan la voz de aviso para lanzarse al Duero, una vez se llegue a un mínimo de pagamento. Algunos aún saltan descalzos, otros... con naic air.
Para acompañar la Imáfora, Salta de Tequila. SaluZ, besos y abraZos.
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